Pornografía y demolición

Eso sí, las barbaridades tienen su público. Internet se inventó para usos militares y pronto se convirtió en el paraíso del porno. Nuestros dos rombos se hubieran quedado cortos para etiquetar los contenidos que se identificaron con X (XXX). Ahora los comentarios de X (antes twitter) son a veces tan brutales como desaconsejables para los temperamentos sensibles. Quizás parte del problema de salud mental de la sociedad contemporánea esté correlacionado con la exposición a este tipo de redes, también utilizadas por los gobiernos en sus estrategias de comunicación.

Por supuesto, X es el principal canal de difusión de las decisiones de DOGE (Department of Government Efficiency), la oficina creada por el Presidente Trump para que Elon Musk haga de las suyas con la Administración federal. Tras el abrupto cierre de USAid (la Agencia de Cooperación), la ha emprendido con la Agencia financiera de protección del consumidor. Después viene el Departamento de Educación, nada menos. Ni el Pentágono parece estar a salvo de las ansias de eficiencia del magnate tecnológico.

Todo esto se había avisado y preparado en una hoja de ruta de la Heritage Foundation, el think tank conservador que preparó un informe hace dos años con todos los pasos a seguir tras ganar las elecciones. Basta con acceder a su sitio de Internet para leerlo, ver los comentarios que anticipan las siguientes decisiones, su justificación y aplauso. Trump dijo que no pensaba hacer esto cuando le preguntaron -era demasiado radical-, pero ahora se ha librado de todas las ataduras, así que sucederá lo peor.

El pretexto esgrimido en estas acciones sería el sesgo izquierdista de tales estructuras estatales, donde trabajan todavía miles de personas nombradas hace años por el propio Trump. Esa gente, que creía en su proyecto, está siendo remplazada por los acólitos de Musk, jóvenes sin experiencia de gobierno ni vínculos claros con el Partido Republicano, algunos de ellos caracterizados en redes por mensajes contrarios a los valores constitucionales de los Estados Unidos.

No es extraño que varios jueces hallan suspendido algunas de las órdenes ejecutivas y alertado de las posibles violaciones de derechos, pero estos procesos tardarán tiempo en tramitarse y, entre tanto, muchos de los efectos deletéreos de las intervenciones se consolidarán, generando la impresión de fuerza de sus responsables, impunes en este momento inicial de sus desmanes.

Tengamos presente que esto no ha hecho más que comenzar. Desde X ya señalan a los medios de comunicación críticos con tales acciones, un ataque contra la libertad de prensa impropio en ese país que presume de Democracia. Una vez se desmonten las bases del Estado administrativo, irán a por otros frenos y contrapesos, sin duda.

¿Se lo permitirán las personas inteligentes y quienes miran a largo plazo? ¿Aceptarán los estadounidenses que un millonario pretencioso defina su futuro? Me temo que sí, al menos durante un tiempo, hasta que se compruebe el desastre derivado. Aunque Estados Unidos progresó desde principios del siglo XX gracias al despliegue de un robusto equilibrio entre lo público y lo privado, este conjunto de instituciones que ahora Musk se ha propuesto demoler se someterá a su prueba más difícil.

Si Putin hubiera podido elegir el arma perfecta para debilitar a su principal potencia rival, el plan no hubiera sido más perfecto. Dales mazos de derribo, trajes y gafas de protección a una panda de irresponsables y diles que machaquen el Estado y a sus agentes (FBI incluido). Si otros antes pudieron tomar el Capitolio y fueron indultados, a éstos seguro les dan la Medalla Presidencial de la Libertad.