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Día Mundial del Glaucoma
17.300 vallisoletanos sufrirán glaucoma hasta 2030 y las revisiones periódicas son clave para detectarloEs una enfermedad silenciosa que cuando da la cara con síntomas implica ya una pérdida de visión contundente y sin posibilidad de recuperación, de ahí ... que expertos y afectados destaquen la importancia de no saltarse la revisión anual con el oftalmólogo para detectar el glaucoma a tiempo.
Es el principal mensaje que deja la celebración del Día Mundial (el 12 de marzo) y de la semana que difunde los efectos de esta enfermedad que en su evolución más grave culmina en ceguera y que afecta a alrededor de 2% de la población, una incidencia que implica que más de 78.000 personas de Castilla y León la sufrirán hasta 2030, 17.300 de ellas en Valladolid. Con una peculiaridad, que alrededor del 40% de ese contingente (6.900 en el caso de la provincia vallisoletana) lo padece y está sin diagnosticar, con un daño progresivo en el nervio óptico que será irreversible y no podrá frenarse hasta aplicar el tratamiento que indiquen los oftalmólogos.
Miguel Maldonado, Catedrático de Oftalmología y director del IOBA, el Instituto de Oftalmobiología Aplicada de Valladolid, explica que esas revisiones que debería hacerse toda la población son cruciales para quienes están más expuestos a tropezar con el glaucoma, que son las personas mayores de 40 años, las que cuentan con antecedentes de esta enfermedad en la familia, las diabéticas, las miopes (sobre todo si esa miopía es elevada) y las que siguen tratamientos frecuentes con corticoides.
Joaquín Carratalá
Presidente de la Asociación de Glaucoma para Afectados y Familiares
La principal señal de alerta que pone a los profesionales sanitarios sobre la pista de una sospecha de glaucoma es una tensión ocular alta. Es lo más habitual, pero no lo único. «La presión intraocular elevada es fundamental, pero hay personas que sin tenerla alta puede tener glaucoma, de ahí que sea importante hacerse una revisión oftalmológica completa que valore también las características de la córnea», indica el doctor Maldonado. Hay personas que tienen un córnea delgada y una presión aparente no problemática, que no es alta para una córnea de grosor normal, sí lo es para una grosor más fino. El estudio se completará con la evaluación de las características del nervio óptico, las capas de fibras de la retina, en una exploración que culmina con la realización de campos visuales por parte del paciente.
Si tras ese estudio el diagnóstico de glaucoma se hace realidad, los tratamientos farmacológicos y quirúrgicos (en los últimos años se aplican dispositivos que se pueden combinar con cirugía de catarata en una intervención menos invasiva que la cirugía convencional del glaucoma) que aplicarán los especialistas estarán centrados en controlar la tensión intraocular para evitar que esta se desboque y avance el deterioro del nervio óptico. Ser constante en el tratamiento es crucial para frenar ese daño.
Carolina Ossa es oftalmóloga especializada en glaucoma e investigadora en el IOBA, centro que desde Valladolid lleva a cabo un estudio sobre cómo los principios activos de los tratamientos y la presencia o no de conservantes afectan a la superficie ocular: si provocan ojo rojo, ojo seco, sensación de arenilla o de cuerpo extraño... «Es muy importante que el paciente tolere muy bien el medicamento para que pueda seguir las pautas que le establecemos y con ello controlar la tensión de ojo, que es el único factor modificable que tenemos para manejar la progresión de la enfermedad», apunta Ossa.
Es muy básica una 'adherencia' continuada al tratamiento y con horario cerrado en la aplicación de dosis, incluso durante las noches, porque hay horas del día en las que por los ritmos circadianos el ojo presenta tensiones más elevadas y es en esos momentos cuando el medicamento debe ser más efectivo.
La comparativa de fármacos en esta investigación que los especialistas del IOBA llevan desarrollando tres años permitirá que futuros medicamentos generen menos efectos incómodos al paciente que deba utilizarlos, lo que facilitará que siga la aplicación de fármacos correctamente.
La información por parte de los médicos en consulta sobre una sospecha de glaucoma suele generar un impacto fuerte. «Muchos pacientes, cuando se les informa de una sospecha de glaucoma, se ponen en lo peor, que sería quedarse prácticamente ciego. Gracias a Dios ocurre poco, porque el sistema de salud tiende a ser bastante eficiente al detectar estos casos», asegura el director del IOBA, en referencia a la detección en revisiones periódicas. Situaciones en las que el enfermo ha pasado por alto estas revisiones o acude la oftalmólogo cuando sufre ya golpes con el marco de la puerta o esquinas de mesas que no ve bien, y que es un momento tardío para abordar tratamientos, son menos habituales.
La gradación de la afectación a la visión de esta enfermedad oscila de la sospecha de glaucoma, al glaucoma inicial, el glaucoma avanzado y el glaucoma terminal, cuando el enfermo ha perdido la mayor parte del campo visual. Joaquín Carratalá, presidente de la Asociación de Glaucoma para Afectados y Familiares, se encuentra en este último estadio. Fue diagnosticado con 28 años y síntomas evidentes, con la visión del ojo izquierdo ya casi perdida entonces, y en este momento solamente distingue con el ojo derecho el día y la noche. «Ni bultos ni caras», relata Carratalá, que recalca la necesidad de revisarse los ojos anualmente. «Sobre todo la presión intraocular, no esperemos a padecer una pérdida de agudeza visual o de campo visual, porque lo perdido no lo vamos a recuperar con fármacos ni cirugía», insta el presidente de la asociación de pacientes.
Esta entidad defiende la inclusión del glaucoma en el listado oficial de enfermedades neurodegenerativas, lo que abriría la investigación a un flujo de fondos económicos más potente. «Lo que hace la presión intraocular es matar las células neuronales de la retina que son las encargadas de portar información al nervio óptico, que al no recibirla se degenera. Eso implica que es una enfermedad neurodegenerativa», argumenta el presidente de la Asociación de Glaucoma para Afectados y Familiares.
«Los enfermos de glaucoma sufrimos una serie de microduelos, primero un diagnóstico que lleva a cambiar hábitos de vida, a ponerte equis gotas equis veces al día. Un momento duro es perder la libertad de dejar de conducir... Cuando llegas a la aceptación, te encuentras con otro episodio y tienes que pasar por quirófano… No se lleva nada bien. En la asociación damos apoyo psicológico a todos los usuarios que lo necesiten», relata Joaquín Carratalá.
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