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Especial cinco años de la pandemia
El futuro se centra en buscar tratamientos para las personas inmunodeprimidas y atajar la covid persistenteHan pasado cinco años del estallido de la pandemia de la covid-19 y el doctor Carlos Dueñas, internista del Hospital Clínico Universitario de Valladolid, ... especialista en enfermedades infecciones y coordinador regional de Medicina Interna durante la crisis sanitaria del coronavirus, repasa momentos del calendario. Los previos, los del 'tsunami' de ingresos y fallecido, los del camino hacia la normalidad y los actuales.
Dueñas destaca que para los investigadores y los médicos que atienden a los enfermos hay dos grupos que marcan la prioridad en este momento. Uno es el de los pacientes con inmunodeficiencia severa y los oncohematológicos y el otro lo integran las personas son síndrome postcovid, lo que se conoce también como covid persistente. «Son nichos en los que hay bastante por hacer», explica el especialista en enfermedades infecciosas.
En el caso de los primeros pacientes, la situación de su sistema inmune les pone en riesgo de que el virus persista en el organismo mucho más tiempo, con posible empeoramiento clínico. Los médicos trabajan con tratamientos antivirales e inmunológicos. Se han ido usando fármacos que se han abandonado a medida que el virus se hacía resistente a ellos. En este momento se acaba de aprobar uno en EE UU. «Probablemente llegará en breve a Europa. Donde más investigación hay es con estos pacientes», apunta Carlos Dueñas.
Sobre las personas que siguen teniendo la covid presente a diario tras haberse contagiado en pandemia, con covid persistente, Dueñas señala que «hay como 40 o 50 ensayos clínicos a nivel mundial de investigación, pero con resultados bastante poco esperanzadores de momento... No sabemos qué mecanismo produce el virus para originar eso y vamos poniendo parches. Tenemos gente que todavía está mal, no se puede incorporar a su puesto de trabajo». Es un campo que requiere seguir con investigaciones.
Dueñas remarca la resistencia del Clínico tras el estallido de la pandemia. «Organizativamente costó bastente, pero conseguimos ser el único hospital de Castilla y León que no se colapsó y pudo ayudar a otros como Segovia, Palencia o Ávila». El aviso de los especialistas italianos sobre la que se avecinaba permitió una mínima preparación previa (planta y media y formación en manejo de Epis) que se vio superada de todo punto. «En mes y algo teníamos seis plantas del hospital llenas, fueron unos meses muy malos, con días de más de 40 ingresos con muchísimas dudas sobre cómo tratar a los enfermos. Hasta el verano fue una situación de resistencia y luego hubo una pequeña mejoría y empezamos a conocer mejor al virus y a adaptar tratamientos», recuerda Dueñas.
Aprender sobre la marcha llevó a los especialistas a emplear corticoides, contraindicados para enfermedades como la gripe, pero que sí funcionaban frente a la covid-19. Empezar a conocer el virus permitió que la supervivencia mejorara. «Llamaba la atención pacientes que veías en urgencias, los ingresabas y subían a la planta prácticamente andando y en dos horas se ponían malísimos y acaban intubados en la unidad de críticos. Lo fuimos aprendiendo sobre la marcha», precisa el experto en enfermedades infecciosas.
El cambio radical fue la vacunación. «Nos liberó de mucha carga asistencial», precisa el internista de hospital vallisoletano. Investigaciones sobre cómo contaminaba el SARS-CoV-2 el ambiente hospitalario y qué mascarillas eran las más adecuadas, trabajos sobre el papel del virus en la inflamación de las paredes de los vasos sanguíneos o la constatación de que el coronavirus hacía de espoleta para despertar otras enfermedades en pacientes con predisposición genética se fueron sucediendo.
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La covid-19 sigue llevando personas a las camas de los hospitales, pero en nada se parece la situación de hoy a la de hace cinco, cuatro, tres años, en las sucesivas oleadas de la pandemia. «Puntualmente hay ingresos. Este invierno ha sido bastante benigno para el covid», subraya Carlos Dueñas, que argumenta que de la dura experiencia queda un aprendizaje para futuras ocasiones. «Había pasado antes y seguirá pasando. La mal llamada gripe española se llevó 30 millones de personas por delante. La gripe rusa fue probablemente un coronavirus, con elevada mortalidad, de los que luego se convertían, con el paso del tiempo, en un catarro. Pasar, va a pasar. Que nos sirva para estar preparados. Tiene que servir de enseñanza», concluye quien fuera coordinador regional de Medicina Interna para la pandemia.
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