
Esteban Beltrán, director de Amnistía Internacional España
«Me molesta que los inmortales sean los verdugos y no quienes se opusieron a ellos»Secciones
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Esteban Beltrán, director de Amnistía Internacional España
«Me molesta que los inmortales sean los verdugos y no quienes se opusieron a ellos»Las dos primeras editoriales a las que Esteban Beltrán (Madrid, 1961) envió el libro, desecharon su publicación. La primera, por ser «demasiado filosófico»; la segunda, ... por asimilarse a un ensayo. Su autor asegura que 'Agosto 2045' (Huerga y Fierro Editores) es una mezcla de géneros literarios donde confluyen «poesía, diario, cuentos, cartas, reflexión y juego para el lector». Hoy sábado (12:00 horas) lo presenta en la librería Margen, en Valladolid este profesor universitario y experto en derechos humanos, cooperación y resolución de conflictos.
El fallecimiento de dos personas con vidas plenas, una de ellas un escritor reconocido «a cuyo entierro apenas acudió un puñado de conocidos», llevó a Beltrán a pensar que a él la muerte le ha rondado ocho veces. «Desde aviones que se estrellan o pudieron estrellarse a pistolas que apuntaron a mi cabeza, llamadas amenazantes.... Ese batiburrillo me hizo pensar sobre el deseo de vivir, sobre el recuerdo... ahí está el origen de mi libro, que titulo Agosto porque es el mes en el que han ocurrido acontecimientos decisivos en mi vida, y 2045 porque ese año habrán pasado cien desde la II Guerra Mundial y de la creación del sistema de derechos humanos».
De guerras, asesinatos, de vulneración de vidas y libertades está al cabo en primera línea Esteban Beltrán desde Amnistía Internacional (80.000 socios en España), que dirige desde 1997. ¿Utiliza la poesía como cobijo frente a un mundo con el respeto a los derechos humanos en caída libre? «La escritura es una prolongación de mi forma de ser. Unos utilizan la medicación, otros el deporte...Yo trato mucho con verdugos de seres humanos, me he reunido con gobernantes sabiendo que han asesinado. Y me molesta que esos verdugos sean históricamente los que luego prevalecen. Recordamos a Hitler pero no a quienes se opusieron a él en Alemania. Son los que llamo verdugos pletóricos».
'Son inmortales los verdugos pletóricos / ordenando indiferencia y sumisión / ante la catástrofe individual y colectiva', escribe en un poema titulado 'Los elegidos' que le lleva a rescatar un episodio que vivió en México con sicarios ligados al narcotráfico. «Nos amenazaron. A mí no me importa hablar con ellos, lo que quiero es que sientan que hay gente que no les tiene miedo y puede señalarlos por lo que están haciendo. Los verdugos retirados o que no tienen poder, fueron pletóricos, pero ya son mínimos, parecen insultantemente normales, viejos apacibles, generalmente hombres, que se dedican a recordar y a justificarse en la mayoría de los casos. Lo que más me sorprendió fue su impunidad, su absoluta normalidad, lo que demuestra que cualquiera puede ser un verdugo en determinadas situaciones».
Entre el abanico de temas que abraza 'Agosto 2045' figura la ciencia con un poema dedicado a los telómeros, los extremos de los cromosomas. «La vejez llega por el desgaste de los telómeros, pero hay líneas de ciencia que hablan de fortalecerlos para prolongar una vida durante más años y que sea plena, de modo que la vejez sea simplemente una enfermedad, pero aún estamos lejos de eso, que acarrea otros problemas».
Aunque toma en consideración los avances «indudables» en la historia de la humanidad en materia de derechos humanos –cita la abolición de la pena de muerte, reconocida ya en 145 países–, alerta de que parte de esos logros están al borde del precipicio: «No son para siempre, están en riesgo. Vivimos una época de retrocesos, con persecuciones a migrantes en todo el mundo, convivimos con la desinformación, con desigualdades brutales... quiero pensar que esos retrocesos no son para siempre, que hay posibilidades de volver a remontar, de tener una vida digna gracias a una movilización que permita avanzar en derechos humanos».
Su experiencia en lidiar en indefensiones y vulnerabilidades colectivas le inclina a extender a España parte de esa regresión en derechos y libertades. «Vivimos una época con una profunda desigualdad, en la que no se acaban de reconocer todos los derechos a víctimas del franquismo, en la que se aprueban leyes contra la violencia sexual pero no se avanza lo suficiente, se demoniza a colectivos como feministas o inmigrantes... se necesitan gobiernos con convicción en lo que hacen, que actúen como contrapeso».
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