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Los ciberdelincuentes también se han topado con la Iglesia. Ocurrió hace una semana. Una llamada a horas intempestivas de un número privado pidiendo dinero y ... un sacerdote desconfiado que sospechó del engaño del que estaba siendo víctima. Eran las cinco de la mañana, recuerda en el relato de lo sucedido el párroco de la iglesia de Santo Tomás, en Segovia. A Julio Alonso le despertó la insistencia, cogió su móvil, preguntó quién era y al otro lado, la voz del obispo, Jesús Vidal. O al menos, eso parecía, tenía los visos de ser él, pero en realidad era una clonación realizada por inteligencia artificial (IA).
-«Mire, no sé si es usted el obispo o no», replicó el sacerdote.
-«¿Qué pasa, que no te fías de mí? ¡Claro que lo soy!», le espetó esa voz ante la incredulidad del cura.
La llamada a altas horas de la madrugada tenía un por qué. Según Alonso, ese supuesto prelado, porque el párroco no dejó de tener la mosca detrás de la oreja desde que descolgó, le comentó que había fallecido una mujer y que la finada había dejado en herencia a la iglesia de Santo Tomás un dinero. En concreto, 40.000 euros. Sin embargo, ese Jesús Vidal que hablaba al otro lado del móvil gracias a la inteligencia artificial le apremiaba a Alonso para que hiciera a toda prisa una transferencia de 2.200 euros. Una especie de trámite imprescindible para que el legado recayera en la parroquia.
El cura terminó de atar cabos. Cada vez era más consciente de que se trataba de un intento de estafa. Mientras tanto, el prelado artificial insistía en que hiciera el pago antes de las siete de la mañana. Las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad piden que se tenga cuidado porque los malhechores se las ingenian y perfeccionan sus métodos para colar el engaño.
-«Voy a colgar», avisó Alonso.
-«¡No me cuelgues, que es urgente!», le volvió a replicar el interlocutor.
«La voz era limpia, clara, pausada», revela el párroco segoviano. Sin embargo, tantas prisas, la transferencia, la suma de dinero y las atípicas horas para una llamada de estas características le hicieron ratificarse en sus dudas. Era una ciberestafa. Y colgó. Al minuto, otra vez un número privado sonando en su móvil. Insistieron hasta en tres ocasiones seguidas, dejaron pasar unos diez minutos, y regresaron a la carga. El religioso ya no lo cogió.
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A la mañana siguiente, compartió el intento de estafa en un grupo que tienen los sacerdotes de las parroquias del Arciprestazgo y otros colegas confirmaron que había habido otros intentos que se toparon con la Iglesia ya que ninguno abonó el dinero que pedía esa voz creada por IA que suplantaba a la del obispo de Segovia. Alonso apunta que habrá tres o cuatro casos como el suyo.
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