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Valladolid
Los Pingüinos se aclimatan en masa a una edición calurosaEn aquel día de cierre de Pingüinos, aún en Puente Duero, Gabriel Villamil se apostó en la acera del Paseo de Zorrilla, en ... Parque Alameda, y apretó el botón, clic, cuando un motero pasaba de fondo mientras el termómetro marcaba -11⁰. Ese mismo termómetro, este viernes a la una del mediodía, mostraba un anacrónico 18⁰. Que seguro que es un termómetro con tendencia a la exageración, como una báscula después de Navidad, pero explica bien lo que ocurría en el nido de pingüinos, que vivía ya un ambiente atiborrado, rebosante de hogueras a pesar del buen tiempo, repleto de motos aunque tradicionalmente es el viernes por la tarde, después de la excursión a Mojados, cuando se produce la gran oleada.
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José Manuel Navas, de Turismoto, no lanzaba cifras, pero admitía que las previsiones son tan halagüeñas como se puede esperar. Como para repetir las mejores afluencias. Como para repetir un éxito que parece asegurado. Lo aseguran, para empezar, los numerosos motoclubes de Valladolid y de Castilla y León, que no fallan. Pero también los de siempre. Los de las banderas de Argentina y Chile con su pancarta homenaje para un compañero, «siempre con nosotros». Los búlgaros asentados cerca de la plaza Pingüinos, esta vez con un árbol de Navidad adornado con cascos naranja. Los portugueses de Tuku-Tuku y su espectacular campamento. Una motera de Peñafiel que esta vez decidió dormir allí desde el miércoles y que buscaba a alguien de la organización para que dieran un recado por megafonía. «Al que le ha robado el colchón a unos compañeros, que hoy todavía están las tiendas abiertas y que hay ofertas, pues si quiere reponer lo que ha robado», se quejaba. Porque además, añadía, qué falra hace. «Si es alguien que se ha dado cuenta al montar la tienda de que no tenía el colchón, lo dice y entre todos algo habríamos hecho». Al fin y al cabo ese es el espíritu del que siempre ha presumido la concentración.
Otro de los atractivos es la guasa. Que se traduce en las pintas con las que cada cual, habitualmente, combate el frío. Valen las batas de estar por casa por encima de la ropa de cordura; valen los plumas superpuestos; valen las bragas de cuello colocadas como un sombrero soviético, o incluso el propio sombrero soviético. Al calor de la lumbre, ayer, valía un disfraz de oso de peluche. Como también compartir tresillo. Literalmente. Un motoclub había decidido sustituir las sillas de camping o los troncos por un confortable sofá de tres plazas azul.
En el escaparate motero, mientras, mucho que ver. Dos trikes 'gemelos' de color anaranjado aparcados juntitos. Un par de cachivaches de fabricación casera que se movían por la zona de acampada como vehículos funcionales. Un 'vespino' haciendo un caballito. Una Rieju antigua que se encontraba abandonada «y hecha polvo» y que lucía recién restaurada y como nueva gracias al suegro del piloto que la manejaba. Un sidecar azul que provocaba una complicada charla en inglés entre un español que la observaba y su dueño alemán.
Y en el devenir del día, mañana de políticos y tarde de motos. Es un clásico. Si el jueves fue el día elegido por el alcalde, Jesús Julio Carnero, para 'bautizar' la antigua hípica militar como futuro 'Pingüinos Arena', el viernes era el turno de la oposición municipal para recordar que hacen falta inversiones para recuperar para su uso aquellas edificaciones en ruinas que jalonan la zona, como pedía el portavoz de Turismoto, José Manuel Navas. También pasó por allí la ministra de Igualdad, Ana Redondo, como lo hizo el subdelegado del Gobierno, Jacinto Canales, ambos con parada en la carpa de la Dirección General de Tráfico. Y pasaron el concejal de Vox Alberto Cuadrado, junto a sus diputados provinciales, Mario de Fuentes y Luis Giménez, procuradores de las Cortes como Rebeca Arroyo y el diputado nacional por Valladolid, Pablo Sáez.
Por la tarde, fuera ya todos los compromisos políticos, es el turno de las motos. La excursión a Mojados volvió a resultar tan multitudinaria como es habitual. Convertida en un clásico del programa de Pingüinos, llevó a la localidad a miles de motoristas decididos a compartir un pincho y a disfrutar del espectáculo del freestyle.
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