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Tenía «ganas» el párroco de Mayorga, Jesús Manuel Nieto, de colocar sobre los bancos del Convento de Santo Domingo de Guzmán las cruces de cinta adhesiva en las que llevaba tanto tiempo trabajando. Las sitúa de manera alterna: en una banqueta dos, una en cada extremo, y en la que está justo detrás solo una, esta vez en el centro. Lo hace así, dice, para «garantizar» la distancia social entre los fieles y «controlar» el aforo del templo, capacitado para albergar a un centenar de personas. Mientras él se cerciora de que los crucifijos están bien adheridos a los asientos –mide con palmos, al mismo tiempo, la longitud entre una y otra para «asegurar» que las separan al menos dos metros–, las nueve monjas dominicas llevan desde primera hora de la mañana poniendo a punto el espacio para recibir de nuevo a los creyentes después de casi dos meses desierto.
Durante ese periodo, tan solo la reverberación del discurso del sacerdote llenó las paredes de la casa de estas religiosas. Nieto acudió cada tarde a la cita: él decía misa desde el Altar y las hermanas, en la sillería del coro. «Era la forma de no perder la costumbre en esta situación tan excepcional. Los domingos, además, lo retransmitíamos a través de Internet para que los fieles lo vieran desde casa», argumenta el párroco.
Lunes, 11 de mayo. Llegó el gran día. Mayorga y los doce municipios que forman parte de su zona básica de salud dan un paso al frente. Inician una nueva etapa en la desescalada: la fase 1 ya es una realidad, aunque en las calles de esta localidad vallisoletana apenas se percibe la sensación de que están un poco más cerca de llegar a la meta. Vuelven las misas a Mayorga, y espacios municipales como la biblioteca o el gimnasio retoman su actividad, aunque prácticamente sin usuarios. Tan solo una cafetería, la situada junto a la gasolinera, vuelve a servir cafés. El propio alcalde, Alberto Magdaleno, refrenda esta circunstancia. «Poco ha cambiado desde ayer –en referencia al domingo–, no hay muchas diferencias. Hay mucha normalidad y poca gente por la calle; creo que el tiempo también ha influido, no ha acompañado nada», sostiene el regidor.
La mayoría de hosteleros está ultimando la preparación de sus negocios para volver, cuanto antes, a latir. Uno de ellos es el hotel restaurante Madrileño, emplazado junto a la Nacional-601. Será hoy cuando este emblemático bar de carretera reabra sus puertas (el hotel no hará lo propio hasta dentro de aproximadamente quince días) y sus clientes vuelvan a tomarse una cerveza fría y un bocadillo de tortilla.
El interior está «listo». Sus propietarios (es un negocio familiar regentado por la cuarta generación, los hermanos Almudena, Belén, Alfonso y Jorge Sixto Fernández) aprovecharon el estado de alarma para dar una mano de pintura y barnizar la barra, esa en la que «antes o después volveremos a servir las cañas», confía Almudena Sixto.
Su regreso será a medio gas. «Pero como el de todos, ¿eh?», apostilla esta mayorgana mientras se afana, bayeta en mano, en «acelerar» el montaje de la terraza. La máquina de tabaco está vacía. Los frascos de limpieza aún permanecen dispersados por las mesas del local. En la calle, bajo el imponente cartel que anuncia que allí también se dan alojamientos, está Luis, desinfectando y puliendo las sillas sobre las que, desde hoy, se sentarán los usuarios. «Llevo así dos días y no se acaban. ¡Cuántas hay!», bromea este empleado.
Tenían «ganas» de regresar a la barra y a la cocina. «Se ha hecho largo», reconoce Belén, otra de las dueñas. Estas hermanas señalan que, además de que porque «este sitio es nuestra vida», sentían la necesidad de «echar a andar porque las facturas siguen llegando y tenemos que comer». «Han sido unos meses duros, no podía soportar verlo a puerta cerrada, pero somos unos luchadores y creo que tanto nosotros como los demás compañeros volveremos a salir adelante. Solo nos hace falta que la gente tenga ganas de apoyarnos», sostiene Almudena. «Sí, pero por favor con las precauciones necesarias, no nos relajemos», añade Belén.
Mientras los negocios y espacios se preparan, al otro lado, los clientes, cuentan las horas para volver a ocupar las sillas de las terrazas, pedir un libro a préstamo o tener, durante una hora, para él solo el gimnasio municipal. Eso sí, vecinas como Camino Sitja, gerente además del bar de Castrobol –«no abro porque no me merece la pena, hay sesenta personas y la mitad son mayores que no salen de casa», incide– cree que su rutina no cambiará «en nada» con respecto a la semana anterior. También lo considera Trinidad Jiménez, quien comenta que «la situación es la misma aunque parece que estamos más seguros». Son la cara visible de la fase 1 en la provincia. Saben que la «normalidad tardará en llegar», pero se «conforman» con que «salgamos juntos de esta».
Municipios que forman parte de la zona básica de salud de Alaejos (Castrejón de Trabancos, Castronuño, Siete Iglesias de Trabancos, Torrecilla de la Orden, Villafranca de Duero, además del propio Alaejos), vivieron ayer un inicio de la fase 1 de forma asimétrica y diferente. Alaejos, por ejemplo, fue una de las localidades donde más ambiente se percibió al instalar los bares sus terrazas. «Nos lo hemos tomado con mucha tranquilidad; hasta el momento hemos sido muy responsables y lo seguiremos siendo porque todavía no hemos ganado la batalla al coronavirus», aseguró el alcalde, Carlos Mangas, al tiempo que afirmó que «la apertura de las terrazas animará más las calles, pero por ahora seguimos haciendo la misma vida que en la fase cero».
En Castronuño, por su parte, el cambio en la vida diaria fue «mínimo». Allí, ningún establecimiento de restauración abrió sus puertas, si bien hasta el momento solo permanecen abiertos comercios de primera necesidad y peluquerías. Quienes agradecieron entrar en fase 1 fueron los vecinos de Castrejón de Trabancos, pues ayer pudieron acudir al banco. Asimismo, en Siete Iglesias de Trabanco, a pesar de estar permitidas, las misas tendrán que esperar hasta el 24 de mayo «al compartir cura con pueblos que aún están en la fase 0», señaló la regidora, Sonia Alonso.
Otra de las áreas sanitarias que ayer dio el salto a la fase 1 fue Esguevillas de Esgueva. Allí, los primeros clientes pudieron disfrutar de unos momentos de ocio en las terrazas de los bares. La alcaldesa de la localidad, Rosana Alba Velasco, subrayó que los habitantes de la zona viven la nueva etapa con «optimismo e ilusión», aunque también con «cautela y precaución». Información de Patricia González y Agapito Ojosnegros
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J. Arrieta | J. Benítez | G. de las Heras | J. Fernández, Josemi Benítez, Gonzalo de las Heras y Julia Fernández
Josemi Benítez, Gonzalo de las Heras, Miguel Lorenci, Sara I. Belled y Julia Fernández
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