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Miles de fieles mostraron este miércoles sus respetos al Papa Francisco y desfilaron ante su féretro situado en la basílica de San Pedro aunque en ... algunos casos tuvieron que aguardar hasta cinco horas de cola. Un ritual que se mantendrá hasta mañana a las siete de la tarde, cuando se procederá a la maniobra de cerrar el ataud de su Santidad. Los restos mortales del pontífice argentino, fallecido el lunes, fueron trasladados a las nueve de la mañana de ayer en una solemne procesión desde la capilla de la Casa Santa Marta, la residencia vaticana donde vivía y donde murió a los 88 años debido a un ictus cerebral.
Precedido por unos 80 cardenales, entre ellos el camarlengo, Kevin Farrell, encargado de gestionar este período de sede vacante hasta la elección del nuevo obispo de Roma, el féretro fue llevado a hombros por un grupo de sediarios -personal al servicio del Papa- y escoltado por un piquete de guardias suizos hasta que hizo su entrada en la plaza de San Pedro. Allí 20.000 fieles siguieron la última parte de la procesión hasta que hizo su entrada en la basílica vaticana mientras doblaban campanas y sonabas las letanías.
Tras salir de la Casa Santa Marta, recorrer la plaza homónima y la plaza de los Protomártires Romanos y atravesar el Arco de las Campanas, el ataúd con los restos de Jorge Mario Bergoglio dio una vuelta en la plaza que marca el epicentro del catolicismo y que, sólo tres días antes, el propio Papa había recorrido en el papamóvil tras impartir su bendición 'Urbi et Orbi'. Aunque entonces se le veía débil y con poca voz, el pontífice pudo saludar a los 35.000 fieles que se congregaron para aquella ceremonia e incluso estuvo acariciando a algunos bebés. Nada hacía presagiar que pocas horas después iba a fallecer.
Una vez que el cardenal Farrell ofició la liturgia de la Palabra, el broche final de la procesión de traslado de los restos mortales de Bergoglio, la basílica vaticana abrió sus puertas para que los fieles pudieran despedirse de él antes del funeral, que se celebrará el sábado a las 10.00 horas. Las autoridades italianas esperan entre 200.000 y 250.000 personas en las exequias, a las que acudirán delegaciones de unos 170 países y para las que se han extremado las medidas de seguridad. El enterramiento no será en las Grutas Vaticanas, como es habitual en los Papas, sino en la basílica romana de Santa Maria la Mayor, a la que Francisco estaba muy ligado y adonde acudía a rezar ante la imagen de la Virgen antes y después de cada uno de sus viajes. También lo hizo el pasado 23 de marzo cuando salió del hospital Gemelli de Roma, donde pasó 38 días ingresado debido a una bronquitis que derivó luego en una neumonía bilateral. Aunque logró superarla, la enfermedad le provocó un debilitamiento general que habría influido en su fallecimiento, como reconocieron los médicos en el informe publicado tras su deceso.
Reuniones de purpurados
La capilla ardiente quedó abierta hasta medianoche, volverá a abrir sus puertas este jueves desde las siete de la mañana de nuevo hasta medianoche, mientras que mañana el cierre será a las 19 horas, de manera que haya tiempo suficiente para la preparación de las exequias. En estos próximos días irán llegando a Roma más cardenales provenientes de los distintos países para participar no sólo en los funerales, ya que están convocados igualmente a las Congregaciones Generales, las reuniones previas al cónclave en las que afrontan las decisiones relativas a la sede vacante y aprovechan para ir conociéndose mejor de cara a la elección del próximo obispo de Roma.
El mismo miércoles mantuvieron una nueva reunión en la que los purpurados no llegaron a un acuerdo sobre la fecha en la que deberá comenzar el Cónclave que elegirá al sucesor de Francisco. La norma dice que tiene que ser convocado entre 15 y 20 días después del fallecimiento, aunque podría adelantarse en caso de que comprueben que ya están en la capital italiana todos los cardenales menores de 80 años y, por tanto, con derecho al voto. Lo más lógico es que todos estén presentes en el funeral del sábado, por lo que no se descarta que se acelere todo el proceso.
En todo caso, los 133 cardenales que elegirán al nuevo Papa -el arzobispo emérito de Valencia, Antonio Cañizares, y el que fuera arzobispo de Sarajevo, Vinko Puljic, han anunciado que no acudirán por problemas de salud- tendrán primero que prestar juramento sobre el cumplimiento de la Constitución Apostólica 'Universi Dominici Gregis', el texto normativo que regula la sede vacante y la elección del nuevo pontífice. También deberán tomar las disposiciones necesarias para preparar tanto la Casa Santa Marta, donde vivirán hasta la designación, como la Capilla Sixtina, donde se celebrarán las votaciones. Otros puntos importantes a tratar son la lectura de los eventuales documentos dejados por Francisco, la anulación del anillo y del sello pontificio y el encargo a dos eclesiásticos de «respetada doctrina, sabiduría y autoridad moral» para que preparen dos meditaciones para los cardenales sobre los problemas de la Iglesia y les «iluminen» a la hora de elegir un nuevo obispo de Roma.
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