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El vallisoletano Fernando Iturbe asistía a una formación en el trabajo cuando el edificio de la fábrica de maquinaria que dirige en Chiang Mai, en Thailandia, empezó a temblar. «Estábamos sentados y pensé que alguien empujaba la mesa. Muy rápido nos dimos cuenta de que era otra cosa», relató en declaraciones a Ical. Y esa «cosa» es un terremoto de magnitud 7,7, con epicentro en el noroeste de Myanmar, a varias horas en coche de la ciudad en la que reside, y que a pesar de sufrir las consecuencias del temblor, estas han sido mucho menores que la capital, Bangkok, donde edificios en construcción han colapsado y han fallecido decenas de personas.
«Lo hemos sentido bastante cerca, porque estamos a dos o tres horas de la frontera», comenta Iturbe, quien en ese momento, sobre las 14 horas en la zona, estaba en la planta con su equipo, en un polígono industrial de la cercana ciudad de Lampung, en un segundo piso. «En cuestión de segundos hemos dicho que para afuera. Hemos tenido terremotos en el pasado. Alguna vez yo incluso me he despertado en casa con alguno, pero han sido bastante cortos. Nos hemos dado todos cuenta de que era algo más largo de lo común», recordó.
«Por responsabilidad», accedió al interior de la factoría «para ver si estaba saliendo todo el mundo y ya estaban todos fuera». A partir de ahí se pusieron en contacto con las autoridades locales y tras una espera de media hora les informaron de que «no había riesgo». Sin embargo, media más tarde recibieron información de que se esperaba una réplica: «Y nos hemos ido todos para casa».
Ha sido su pareja, reconoce, la que estaba en casa y «un poco alterada». Residen en un sexto piso de un edificio de varias alturas, con lo que la «repercusión en altura de un terremoto se vive de forma diferente». «Tenemos grietas por todo el edificio, en el interior. En casa hay rajas en los azulejos del baño, en las esquinas de las habitaciones, las paredes... Nada estructural. Lo mismo en las fábricas. Hay grietas, no muchas, pero hay, pero nada estructural. Simplemente, las paredes con grietas», relata.
De camino a casa, Iturbe señala que no se han observado destrozos a pie de calle en Chiang Mai a pesar de estar cerca del epicentro, «sin edificios caídos ni ruinas». De hecho, durante la conversación con Ical se encontraba en un restaurante «haciendo vida normal». Sin embargo, la gente «ha salido de los edificios, de apartamentos, de las viviendas, durante una o dos horas». «Hay rascacielos en los que la gente tiene un poco más de miedo, a pesar de que son construcciones más protegidas de acuerdo a la regulación contra terremotos, pero entiendo la situación y la gente ha salido fuera», definió.
En Bangkok la situación es «más catastrófica» porque la ciudad «está llena de edificios altos y muchos en fase de construcción» que, al no estar finalizados, «no tienen la misma solidez estructural que el resto, y han caído». «He visto vídeos de amigos que me han enviado de allá y está mal, pero también he estado hablando con la gente que conozco y no tiene ningún problema, están a salvo», abunda, sobre la disparidad de la situación, con trabajadores a los que «no permiten entrar en las oficinas» en la capital tailandesa. «Hay un par de parques en Bangkok muy grandes y estaban llenos de gente para estar a salvo en zonas abiertas. En general, los edificios normales no han caído, pero los que están en construcción han colapsado. En uno de ellos había 80 personas que han fallecido. Veremos a ver qué es lo que dicen las noticias aquí», sostiene.
Acostumbrado a situaciones de emergencia, Fernando Iturbe y su pareja ya han preparado una maleta de emergencia por lo que pueda suceder. «Viví 16 años en Bangkok, sumados a los nueve en Chiang Mai, y entre las inundaciones y el golpe de estado, hubo un periodo en el que tenía una maleta de emergencia siempre lista. Ahora hemos hecho lo mismo por si acaso pasaba algo, pero creo que esta noche dormiremos en casa porque no vemos ningún problema. Hay seguridad, no tenemos miedo. Igual antes estábamos un poquito más alerta, no con miedo, pero alerta», desvela a Ical. Como ejemplo, muchos de sus vecinos del edificio sí han decidido irte a otro sitio con la maleta.
Iturbe señala que el principal sustento de Chiang Mai es el turismo, pero ni este sector ni la industria se han visto afectados por el temblor.
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