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Centenario Delibes: Editorial

Editorial : Ejemplo vigente de progreso

«La vida y la obra de Miguel Delibes han sido coherentes y ejemplares en muchas cosas. Y siguen vigentes, lo mismo que su idea del progreso social, más aún si cabe en momentos tan complejos como los que vivimos»

El Norte

Valladolid

Sábado, 17 de octubre 2020

Pocos periódicos pueden presumir de haber mantenido una relación tan estrecha, cómplice y fructífera con uno de sus escritores, redactores y directores como lo ha hecho El Norte de Castilla conMiguel Delibes. Hoy, cuando se cumplen cien años del nacimiento del autor de 'El hereje', es necesario recordar que hasta en aquel acto íntimo y familiar del alumbramiento se produjo una extraordinaria simbiosis con este periódico. Miguel Delibes Setién nació el 17 de octubre de 1920 en la casa de su abuelo Frédéric, en el número 12 de la acera de Recoletos. Es decir, el lugar exacto en el que su tío Santiago Alba y su socio, César Silió, habían instalado en 1893 la redacción y los talleres de El Norte. Con los años, aquel niño vallisoletano se convirtió en el director más emblemático de una larga serie de emblemáticos directores del periódico. Fue el adalid de una línea editorial indomeñable que nació en 1854 con 'El Avisador', que se afianzó en 1856 con la fusión de éste con 'El Correo de Castilla', dando lugar a nuestra cabecera actual, y que cobró su máxima intensidad con él mismo como mantenedor y renovador del espíritu avanzado y liberal de El Norte de Santiago Alba.

Nuestra línea editorial ha estado basada desde entonces en dos principios fundamentales: la independencia absoluta respecto de partidos políticos u otras organizaciones, de cualquier signo u orientación, y el compromiso con el periodismo y con la sociedad a la que servimos y representamos a través de él. Con Valladolid en primer término. Con Castilla y León desde el primer día. Con los vecinos de la ciudad y con los ciudadanos del campo. Con ese mundo rural que Miguel Delibes defendió como muy pocos. En el periodismo y en la literatura. En su misma vida «al aire libre». La vida y la obra de Miguel Delibes han sido coherentes y ejemplares en muchas cosas. Y siguen vigentes, lo mismo que su idea del progreso social, más aún si cabe en momentos tan complejos como los que vivimos. Tal vez en esa ejemplaridad radique buena parte del éxito de su conexión con públicos de todas las condiciones y de todas las generaciones posibles. Y esa ejemplaridad y su mentalidad liberal abierta y honesta, en la que caben todos los puntos de vista, que repele el sectarismo y hace gala de un oído absoluto para atender las preocupaciones de las gentes de a pie, merecen ser invocadas en un trance como el actual, en el que los representantes políticos prefieren hacerse fuertes en el desencuentro y en la ausencia de empatía, incapaces de poner fin a sus diferencias en aras de un objetivo común, superar una crisis sanitaria sin parangón que amenaza la pervivencia de nuestro modo de vida. Un ejercicio de entendimiento que representaría el mejor homenaje a Delibes en su centenario por parte de la dirigencia política española, esa misma que manifiesta su admiración por el escritor y que vendría a constituir la aplicación práctica del modelo de progreso del autor, entendido como los cambios dirigidos a mejorar la vida de las personas, superando las dificultades y en armonía entre los ciudadanos y con el entorno.

También fue ejemplar y coherente como periodista. Lo fue desde su arranque como ilustrador, como caricaturista. Desde su primer artículo, publicado en 1942. Desde su trabajo como cronista, crítico, redactor de breves, de necrológicas, de avisos… Ejemplar desde su puesto de director en la sombra, de director-director (como él mismo decía) y de consejero y luminaria para todos aquellos que vinieron detrás de él. También fue ejemplar Delibes en su defensa de Castilla. Un territorio que convirtió en mito en sus novelas, y que en el ejercicio del periodismo le llevó a convertirse en un auténtico paladín en la lucha contra la censura. Esa censura que vivió de primera mano cuando entró en el periódico que entonces dirigía Cossío, quien no tardaría mucho en ser depurado por el franquismo. Esa que le mantuvo en jaque durante veinte años siempre frente a la misma alternativa: «Obedecer o ser sancionado». Hasta que cambió «de instrumento», para poder seguir diciendo en sus novelas lo que no le dejaban decir en el periódico.

Cuando en 2006 los Reyes de España, desafiando todas las formalidades, montaron en el ascensor para visitarlo en su casa de la calle Dos de Mayo, para entregarle el Premio Vocento a los Valores Humanos, no dudaron en señalar los méritos del escritor, pero también «su defensa de la libertad ejercida a través del periodismo». Periodismo, el suyo, de libertad, pero siempre de calidad, de cultura y de cuidado del lenguaje, su verdadero caballo de Troya en la batalla. De ese esforzarse por bien hablar y por bien escribir en castellano, en español, que ha sido y sigue siendo bandera también de nuestro periódico a lo largo del tiempo. Periodista y maestro de escritores y periodistas. De ese grupo de El Norte en el que se inscriben nombres propios como los de José Jiménez Lozano, Francisco Umbral, Manu Leguineche, Martín Descalzo, Fernando Altés, César Alonso de los Ríos… Y periodismo, al fin, de las personas para las personas.

«Ese segundo matrimonio, Delibes-El Norte, se mantuvo casi hasta el final de su vida. Solo dejó de acudir al consejillo y al Consejo de El Norte cuando físicamente no pudo más»

Cuando en el año 1975, el mismo de su discurso en la RAE, a Delibes le propusieron dirigir en Madrid El País, alegó en su descargo al rechazar la propuesta que, siendo viudo ya de su esposa Ángeles, no quería quedarse viudo también de su ciudad, del Real Valladolid… y de El Norte de Castilla. Ese segundo matrimonio, Delibes-El Norte, se mantuvo casi hasta el final de su vida. Solo dejó de acudir al consejillo y al Consejo de El Norte cuando físicamente no pudo más. Una fidelidad que hoy quiere ser también recompensada con el tributo y la fidelidad inequívoca del periódico que le acogió y que le encomendó las altas responsabilidades de la dirección. Así hasta hoy, cuando queremos rendirle homenaje con motivo de su Centenario. Hace diez años, El Norte de Castilla se quedó viudo de Miguel Delibes. Pero su Norte, ese Norte que no es meramente geográfico, sino filosófico, ideológico, vital, punta de lanza del progreso que tan bien defendió el autor en lo rural, en los valores, en la autenticidad y la propia naturaleza, sigue buscando el mismo horizonte de honestidad, de libertad, de voluntad y de humanidad que él siempre procuró.

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